sábado, 31 de agosto de 2013

Los secretos de un chalet italiano


RINCONCITOS SANJUANINOS

Los secretos de un chalet italiano

Es uno de los lujitos arquitectónicos de Santa Lucía y esconde un exquisito estilo de vida de principios del 1900. Por Gustavo Martínez Puga.


viernes, 30 de agosto de 2013
Los secretos de un chalet italiano
Así es la vista del chalet ubicado en Hipólito Irigoyen, al Este de Aristóbulo del Valle
Por Gustavo Martínez Puga
gmartinezpuga@tiempodesanjuan.com

Desde afuera llama la atención. Impactan sus grandes ventanales con vidrios de colores repartidos en las plantas baja y la alta; las finas terminaciones con molduras en el balcón, las cornisas de las ventanas y en el frente. Pero una de las cosas que más llama la atención es que la entrada principal es un portón de madera común y corriente. En realidad, detrás de esa entrada se esconde uno de los secretos de un chalet italiano que enorgullece a Santa Lucía.

Está ubicado en la avenida Hipólito Irigoyen, al este de Aristóbulo del Valle, en Santa Lucía. Y uno de los pocos datos que dejó la tradición oral dice que la bella casona fue construida por un arquitecto italiano, quien hizo traer pisos, vidrios y el empapelado de las paredes desde Europa.

La construcción del chalet tiene secretos que sólo se pueden descubrir desde su interior, donde se aprecia que la casa fue construida para con muchas comodidades, sobre todo si se tiene en cuenta que data de principios del 1900.

Uno de esos secretos está en el portón de entrada. Es que la casa está pensada para que sus dueños pudieran atravesarla completamente en un automóvil: desde la calle hasta el fondo.
De hecho, el garaje está al terminar la casa y los jardines del fondo están divididos en dos partes, separadas por la entrada del vehículo, la cual está cubierta por un encatrado de cepas de uvas.

Los dueños podían entrar en su vehículo y bajarse en un hall de entrada, del que se distribuían el comedor de diario, el de visitas, la cocina, un baño y la oficina principal. Así, se bajaban del auto directamente a la casa.

Esa entrada principal tiene otros dos portones que le suceden al principal: uno de ellos es de madera y vidrios biselados, el cual da un aspecto muy fino; el otro es que separa el hall principal del fondo del chalet, y está construido en hierro y con vidrios de colores repartidos que permiten la entrada de la luz solar en distintos colores.

Detrás de una de las puertas del hall principal se esconde otro de los secretos del chalet italiano: hay un pequeño pasadizo que lleva como a una especie de sótano, en desnivel respecto de la casa, pero que no llega a estar debajo de la misma. Se piensa que fue pensado como un valijero o para resguardar cosas.

De ese hall principal parte la escalera que lleva a la planta alta. Allí hay tres habitaciones y un gran año, el cual supo recibir en la bañera la luz solar a través de los vidrios de colores de un gran ventanal. Antes ese ambiente daba a un gran patio de luz, del que se tenía una vista única del fondo y sus grandes frutales. Ahora allí construyeron un pequeño departamento.

Hacia el frente de esa planta alta están las habitaciones. Allí se esconde otro de los secretos: desde la calle se observa un balcón y sus puertas con vidrios de colores, pero desde adentro ese es un pequeño lugar, muy cálido, el cual se cree que fue pensado como un pequeño estudio o lugar de trabajo, del que se tenía una vista hacia la avenida Irigoyen. Además, como es un primer piso, por allí se ventila la planta alta al estar en contacto con el Sur.

El hall de esa planta alta, del que se distribuyen las habitaciones, el baño, la terraza y el estudio del balcón principal, tiene en muy buenas condiciones los lujosos mosaicos del piso. Como el de las habitaciones, cada mosaico está formado por dibujos hechos como con pequeñas venecitas.

Tanto el hall principal como las habitaciones tienen el empapelado original, con guardas en lo alto que separan el techo de las paredes.

En ese hall de la planta alta hay otra puerta con una escalerita que pareciera conducir a la terraza. Pero en realidad es otro de los secretos del chalet italiano: no tiene terraza y la escalera fue pensada para acceder cómodamente al techo.

El chalet italiano fue adquirido por Carlos Alberto Yacante en la década del ´50. Sin embargo, este abastecedor de la feria de abasto de la Capital compró la casona para usar la planta baja como oficinas administrativas. Mientras que la planta alta fue habitada por una de sus tres hijos, Teresa Yacante, quien vivió allí con sus seis hijos desde el ´63 hasta el 2000.

“Es una casa muy grande para que yo viva sola. Es muy linda, pero cuesto mucho mantenerla”, comentó Teresa a Tiempo de San Juan                                                                                   .http://www.tiempodesanjuan.com/notas/2013/8/30/secretos-chalet-italiano-38803.asp

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