miércoles, 25 de septiembre de 2013

La escuela, un lugar de contención


Por NICOLÁS PARRILLA

Cuáles son las claves para ayudar a superar este padecimiento en chicos que están en edad escolar.

23/09/13 - 12:12
Era el primer día de Eliana Marcone como maestra suplente de cuarto grado en la escuela de Villa Ballester donde la habían convocado para reemplazar a la “Seño Laura”, que estaba a punto de ser mamá. Decidió que iba a empezar sus clases con la lectura de un cuento y para eso eligió al chico que estaba sentado en el primer banco, para que lea en voz alta. “Cuando le pedí que empiece a leer, todos los compañeros se empezaron a reír. Eso ya me pareció raro”, recuerda Eliana. El alumno al que había elegido la miraba con miedo y estaba callado. Cuando por fin tomó aire y empezó a leer, entendió todo: la tartamudez era evidente, los nervios le empezaron a jugar una mala pasada y ella lo interrumpió. “Dejemos la lectura para más tarde”, decidió.

El alumno sufría los trastornos en la comunicación típicos de la tartamudez, como la interrupción involuntaria del habla, la repetición de ciertas sílabas y la paralización ante el panorama de miedo sumado a las burlas de los demás. Este padecimiento es habitual en los niños de entre dos y cinco años, pero luego va desapareciendo con el correr del tiempo. Según estadísticas de la Asociación Argentina de Tartamudez, la población adulta que sufre este problema es de entre el 1,5 y el 2 por ciento, siendo mayor la proporción de hombres (cuatro de cinco) que lo padecen sobre las mujeres.

“Cuando terminó la clase, me quedé conversando a solas con el chico. Le expliqué que como su maestra iba a hacer todo para ayudarlo a superar su problema, y que no tenía que hacerse problemas por las risas o comentarios de los demás”, relata Eliana, que inmediatamente se dirigió a la dirección de la escuela para tratar el tema con algún superior. En ese momento, la institución se estaba articulando con un gabinete psicopedagógico para tratar de ayudar a los chicos que presentaban algún problema de conducta o aprendizaje. “Me sorprendió que la mayoría de las otras maestras no sabían cómo actuar ante un caso así, la profesional nos ayudó mucho”, asegura Eliana.

Agustina Valcarce es psicopedagoga y atiende muchos casos de chicos con tartamudez en su consultorio de Quilmes. “Es importante diferenciar los casos de niños en edad preescolar o infantil, que va desde los 2 a los 5 años, de los que ya están en edad escolar o primaria. En el primer grupo es habitual que aparezcan algunos episodios, pero si se los escucha con paciencia y se les responde de una forma calmada y tranquila, la fluidez vuelve a la normalidad”, afirma Valcarce, quien realizó varios cursos especializándose en trastornos del habla. “En los casos de niños ya más grandes, la tartamudez viene también acompañada de un conjunto de acciones pensadas para evitar los bloqueos o las repeticiones, que terminan tensionando más al chico. Por ejemplo, evitan leer en voz alta, o no interactúan con personas que los ponen incómodos. Esto puede crear una especie de bloqueo o fobia social en el paciente, y es en lo que más hay que hacer hincapié para evitarlo”, resalta. “Muchas veces se cree que la tartamudez es un problema relacionado con el habla, y nada más lejos que eso. La clave es la comunicación, por eso, por ejemplo, hay personas tartamudas que pueden cantar una canción con perfecta fluidez”, asegura la profesional.

Tanto la docente como la psicopedagoga coinciden a la hora de elegir cómo tratar a un chico con estas complicaciones. “Hay que hacerle entender que lo suyo, las repeticiones o bloqueos, son naturales, que lo haga en vez de evitarlo. No se debe interrumpirlo o finalizar las frases por él”, sostiene Eliana. “En la mayoría de los casos, la ansiedad es de quien escucha y no del que habla”, afirma Agustina, y agrega: “Para que el paciente supere el trastorno hay que generarle un ámbito de tranquilidad y paciencia; construirle condiciones que lo ayuden a avanzar”. Personajes históricos que trascendieron por su oratoria han podido superar la tartamudez: Moisés, descrito como tartamudo tanto en la Biblia como en el Corán, o Winston Churchill, autor de discursos que motivaron a miles de ingleses en tiempos de guerra, son sólo algunos de los ejemplos, que también incluyen a actores de la talla de Anthony Hopkins o Bruce Willis.
Lea la nota central de esta entrega: “Si me olvido que soy tartamudo, hablo mejor”. Por Alex Ayala.
http://www.clarin.com/mundos_intimos/escuela-lugar-contencion_0_998300424.html

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