miércoles, 22 de enero de 2014

La biblioteca como influencia

Si la gente ocupada en gobernar se hubiese dedicado a escribir versos, no le ocasionaría al mundo el mal que le causa, porque la poesía no mata, ni hiere, ni confina. Te puede doler al leerla y le duele a quien la escribe. Pero las palabras no son el mal”, le dijo Luis Alberto Spinetta a Juan Carlos Diez. Hablaba de los escritores en particular, y de los artistas en general, que han sido condenados moralmente por sus obras, como el Marqués de Sade o Antonin Artaud, de quien su gran lector argentino aseguró: “No se puede escribir mejor; es casi lo más grande que hay para leer”. Tal vez por eso su nombre haya sido el de uno de los discos emblemáticos de la carrera de Spinetta.
Otras grandes influencias para él fueron Michel Foucault, Carlos Castaneda y Georges Bataille, sobre todo su obra “La literatura y el mal”, que divide lo que Spinetta llama “el mundo que se usa para escribir” de “el mundo que se usa para vivir”. Y en el de escribir, el mal finalmente no es tan malo.
Las poetas Idea Vilariño y Alejandra Pizarnik también estuvieron entre sus lecturas, y, claro, Borges: “No sabía ni cómo empezar una conversación”, dice en “Martropía” sobre su cita con el escritor para una entrevista que finalmente se canceló: “A veces pienso que fue un encuentro con Homero. Pero era Borges”.http://www.clarin.com/sociedad/biblioteca-influencia_0_1070892970.html

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