jueves, 23 de enero de 2014

¿Los libros serán alcanzados por las nuevas reglas de la AFIP?

http://www.clarin.com/politica/libros-alcanzados-nuevas-reglas-AFIP_0_1070893352.html

POR PATRICIA KOLESNICOV

22/01/14 - 20:18
La respuesta más certera hoy es: no se sabe. Lo pensamos sobre la marcha, vamo’ y vemo’: hasta ahora no se sabe. O se sabe un poco: se sabe que lo de llenar el formulario y el recargo del 50% no corre para libros ni para discos ni para videos. ¿Y las revistas? Mmm por ahora no se sabe. ¿Revistas científicas? Vamo’ y vemo’. Pero bueno, hoy desayunamos en paz, los libros no pagan. Y un rato después, zas, resulta que sólo se puede hacer dos compras en el exterior por Internet al año. ¿Y libros? ¿Libros también? Ardieron (siguen calientes) las redes sociales. Si leo en inglés y me traigo cuatro libros cada tres meses… ¿en el tercer envío ya tengo que importarlos como si en vez de una anteojuda de San Cristóbal fuera una cadena de librerías?

No se sabe. Sobre la marcha. Vamo’y vemo’.

Ayer en las redes alguien opinaba que era una buena noticia para la industria nacional. Rara idea: cuando un particular se compra libros afuera lo hace porque acá no se consiguen. De otro modo, con envío y todo, no conviene. Un ejemplo: acabo de buscar en Amazon.com y en Cúspide tres libros de Isabel Allende: El Cuaderno de Maya, Eva Luna y La casa de los espíritus. En todos los casos, la edición más barata que aparece. En Amazon, con el costo de envío, sale 66,71 dólares. Al cambio oficial de este momento (7,14) más el 35%, terminaría pagando 643 pesos. En la librería argentina, 367. No, no conviene.

Pero como los libros son libros, es decir algo con contenido, es decir algo único, como no es lo mismo un libro que otro, entonces si compro afuera es porque quiero algo que acá no hay.

Y es que hay unas cuantas cosas que no hay. Justamente porque venimos de un largo ajuste sobre los libros importados, ¿se acuerdan? En septiembre de 2011 un millón de libros fueron detenidos en la Aduana y los editores e importadores tuvieron que desfilar ante Moreno para presentar sus planes de adecuación. Tenían que exportar ALGO (calzones, sugería Moreno en su infinita sutileza) por el mismo monto de lo que importaban. La industria se acomodó. Y el hilo se cortó por lo más delgado: esos títulos de los que un editor, un importador, traía 200 ejemplares para darse un gustito, no se traen más. Quien crea que acá está todo, pasee por una librería de Madrid. Sobre esa escasez, esta restricción. O no. Quizás los libros estén excluidos, iupi.

Hoy no se sabe. Con descarada improvisación, la medida está en chancletas.

Mientras tanto, que me vengan a cerrar la puerta de las librerías del mundo. Que me vengan a decir qué es lo que no puedo leer. Si acaso tienen idea.

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