lunes, 26 de mayo de 2014

Mafalda es la psicoanalista de todos nosotros

Mafalda es la psicoanalista de todos nosotros

Articulo publicado en  http://www.clarin.com/opinion/Mafalda-psicoanalista_0_1145285489.html

La semana pasada, el gran dibujante Quino fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias en Humanidades. Su creación genial, Mafalda, no sólo ha sido motivo de risa, entretenimiento o picardía sino también un sitio privilegiado en el que las personas reconocemos nuestros más absurdos y disparatados aspectos.
Es que el don del artista consiste en ofrecer al espectador, lector o asistente la posibilidad de asumir sus costados más oscuros, para con eso generar risa, placer estético o conmoción. Se trata, de alguna manera, de la misma maniobra que el psicoanalista ejerce con sus intervenciones: poner a distancia los fantasmas que aquejan al paciente para que así se sirva de ellos en lugar de padecer su aplastante vasallaje.
De hecho Freud se ocupó de destacar que el artista toma de sus complejos reprimidos el material para producir su obra y Lacan puso énfasis en que el psicoanalista aprende del arte y no al revés.
Entre los dichos que más me maravillaron de la tira figura aquel puesto en boca de Felipe -uno de los amiguitos de Mafalda-, cuyo texto decía:“¿Por qué justo a mí me tocó ser yo?” Es una frase que como ninguna otra representa el padecer neurótico por excelencia, a saber: el rechazo o la insatisfacción resultante de comparar lo “poco” que soy frente a los ideales que respeto y consagro.
Tanto es así que las personas -aun sin saberlo- solemos utilizar a los semejantes más cercanos como soportes materiales de nuestros propios aspectos rechazados. Pongan la firma que detrás de un esposo que se queja por las cosas que le reprocha su mujer, hay un niño que todavía no ha podido despegarse de su mamá, por más que tenga sesenta años y ocupe rangos importantes en su vida laboral.
De esta manera, por más que argumentemos y discutamos con diferentes personajes de nuestra vida cotidiana, en realidad siempre peleamos en la misma escena con algo que no nos atrevemos a soltar.
De hecho, Lacan enfatizó que los analistas nos servimos del arte de la poesía, pero sólo para llegar hasta el chiste. Es que en el preciso momento en que la agudeza es lanzada en la conversación, aquellos ideales consagrados parecen consentir a que “justo a mí me tocó ser yo”.
*Autor de “La hospitalidad del síntoma. Arte y clínica en el hospital de día” (Letra Viva).

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