miércoles, 23 de julio de 2014

Un tema científico prioritario para la sociedad

Un tema científico prioritario para la sociedad

Con el aumento de la conciencia de los diferentes sistemas de valores en las sociedades multiculturales, una comprensión científica más profunda de los mecanismos cognitivos y cerebrales que guían el comportamiento humano es de interés para la sociedad en general. Tradicionalmente, los estudios sobre la moral fueron abordados por disciplinas tales como la filosofía o la religión, e incluso a través del derecho o a las ciencias políticas. Uno de los aspectos más interesantes de estos dos estudios es que, sin desestimar esas tradiciones, releva este tema central para la condición humana de la mano de las neurociencias cognitivas.
Teorías evolutivas sugieren que la moralidad humana sería el producto de un rango de mecanismos cognitivos específicos diseñados por la selección natural para resolver problemas de cooperación que estaban presentes ya en las épocas de nuestros ancestros. Estos problemas incluyen altruismo, cooperación, mutualismo y resolución de conflictos. En los últimos años se ha producido un gran cuerpo de evidencia científica que desafía las visiones establecidas de la relación estrecha entre moralidad y racionalidad. En diversos experimentos se han documentado influencias inconscientes en el juicio moral con escaso contenido consciente. Tanto en estudios de neuroimágenes en voluntarios como en pacientes con lesión frontal se relacionó la respuesta a dilemas morales de manera no utilitaria con áreas cerebrales relacionadas con la emoción. Otros estudios mostraron que las razones que la gente aduce para justificar juicios morales son frecuentemente razonamientos realizados a posteriori de la decisión moral.
La capacidad moral puede estar afectada incluso cuando otros dominios cognitivos más básicos están preservados. Ello sugiere que la noción de competencia y de capacidad de juicio moral no puede medirse con evaluaciones clásicas de funciones cognitivas.
A nivel neurobiológico, estos estudios demuestran que la sensibilidad moral o el juicio moral parecieran depender de un conjunto de regiones, y no de un área aislada particular. Tal vez esto explique la complejidad, plasticidad y variabilidad individual que la cognición moral presenta en los diferentes individuos y culturas.
El estudio científico de la moralidad humana no es sencillo ni debe ser reduccionista, pero quizá pueda contribuir a entender mejor, entre otros dilemas, el verdadero rol de la emoción en los juicios morales, la naturaleza de la moral y decisiones de los psicópatas, y, por qué no, repensar también la noción de ética. En esta dirección van estas contribuciones de uno de nuestros grupos de investigación liderado por el talentoso doctor Agustín Ibáñez.
El autor preside la Fundación Ineco para la Investigación en Neurociencias y es rector de la Universidad Favaloro.

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